martes, diciembre 31, 2024

Por qué algunos estamos obligados a la soledad

¿Por qué tenemos que tragarnos el discurso de "tú eres fuerte o no?, no es necesario contarle tu vida a nadie, no necesitas a nadie, no caigas en la dependencia emocional, aprende a estar contigo misma, conócete, crece emocionalmente, avanza, mírate al espejo y quiérete..."? Ya, pero todo sola. Yo voy por la calle y digo: ¿entonces todos los que van en familia con niños o en pareja son unos débiles? ¿O es que ya han evolucionado emocionalmente muchísimo y es que a mí me falta algo? ¿Qué me falta? ¿Qué es lo que yo no tengo? ¿Soy una mujer o un ser deficiente? Por eso debe ser que estoy sola, esa debe ser la razón por la que no sé crear amistades o no sé retener personas a mi lado. En este momento es cuando regreso a casa llorando y me pongo videítos de cómo dejar de lado el apego ansioso, pero es que yo no encajo con eso, yo ni tengo eso. Sigo con los videos de cómo ser independiente, la soledad es un momento precioso para crecer, para conocerme y descubrir mi valor y mi amor propio. Ya, pero luego con eso no follo, ni me abraza en los días difíciles, ni le cuido ni le quiero y mucho menos se toma un café conmigo para hablar mierdas y reírnos, no, no. Llega la mañana siguiente y me levanto con energía, ¡sí! ¡yo puedo sola!. Pasa un mes y me tumba la realidad, el Tobías me tira y casi me fracturo la rodilla, ¡pum! ¿Y si tuviera que quedarme en cama enferma? ¿Quién cuidaría de Tobías? ¡Nadie!, porque no tengo ni un amigo aquí (y en ningún lado) y mi familia está allá donde la dejé para poder iniciar una nueva vida sin que nadie se sintiera avergonzado por mis decisiones. Así, con este baño de realidad, me tumbo en el sofá a llorar junto a Tobías, el pobre que no se entera de nada y así comienza un nuevo ciclo de no poder parar de llorar a cántaros, llorando por las mañanas de camino al trabajo, por la calle, a cualquier hora el llanto me traiciona y no para. Me grito a mí misma: "¡Estás sola! ¡Si te mueres mañana, nadie se entera!".

Llego a casa y me juzgo, no paro de juzgarme y es que a lo mejor estoy exagerando y no es para tanto, que estar sola me hace fuerte. ¡¿Y para qué coño quiero ser la más fuerte?! ¡No tengo que demostrarle nada a nadie! Y ahí comienzo a llorar de nuevo y nuevamente me reprendo: "¡Si estás sola, acéptalo! ¡Si eso es lo que te tocó, acéptalo de una vez!" No me doy tregua, no puedo dármela porque tengo que ser funcional, nadie vendrá a darme una palmadita ni me mandará un mensajito de ánimo. Si quiero contar mis problemas, pues tocará pagar psicólogo, pero ¿con qué tiempo y con qué dinero?

Y llegados a este punto, es cuando reinicio: no hay mensajes para ti, paro de mirar el móvil, "¿Te estás volviendo dependiente de alguien acaso? Mal, mal".


No hay comentarios.: