Mi abuela fue maltratada toda su vida, desde que nació
nadie hizo nada,
yo no hice nada,
yo no hice nada
yo que cada día escuche los horrores vividos de boca de mi madre,
que crecí con una madre machista no por elección,
yo que nunca aprendí a jurarme amor propio
yo que decidí hacer caso omiso a las barbaridades que cada navidad todos reunidos brotaban de ese hombre, mi abuelo, barbaridades como todos las llamaban, eran insultos , insultos que machaban el amor propio de una mujer,
"barbaridades", que guardaron como una vergüenza un par de niños, vergüenza que guardaron y jamás una palabra se dijo,
porque el maltrato de un hombre se guardaba a piedra y canto,
porque todos veíamos los moretones de vez en vez y nadie hizo nada,
porque nunca hicimos caso de sus ojos tristes y su expresión de vergüenza mezclada con coraje cada que ese hombre la humillaba enfrente de la gente,
la dejé ahí,
nunca le enseñé a escribir bien como una vez me pidió.
Dejamos de ir las vacaciones y también las navidades para no soportar al abuelo, pero no nos dimos cuenta de que la dejamos más sola cada vez con su verdugo.
Ella siempre con una sonrisa triste, era tan inteligente, tenía la piel tan blanca y perfecta, tan suave, sus manos pequeñas con los dedos torcidos resultado de lo vivido, cabello tan delgado y nunca podré volver a tocarla.
No le di la tranquilidad que necesitaba y me convertí en cómplice de su dolor,
murió prácticamente dividida en dos,
porque todos veíamos los moretones de vez en vez y nadie hizo nada,
porque nunca hicimos caso de sus ojos tristes y su expresión de vergüenza mezclada con coraje cada que ese hombre la humillaba enfrente de la gente,
la dejé ahí,
nunca le enseñé a escribir bien como una vez me pidió.
Dejamos de ir las vacaciones y también las navidades para no soportar al abuelo, pero no nos dimos cuenta de que la dejamos más sola cada vez con su verdugo.
Ella siempre con una sonrisa triste, era tan inteligente, tenía la piel tan blanca y perfecta, tan suave, sus manos pequeñas con los dedos torcidos resultado de lo vivido, cabello tan delgado y nunca podré volver a tocarla.
No le di la tranquilidad que necesitaba y me convertí en cómplice de su dolor,
murió prácticamente dividida en dos,
sus piernas que temieron toda la vida huir de esa casa y dejarlo, por otro lado su mente y su corazón cada día se iba a kilómetros, tanto que los últimos años ya no supo reconocerme,
Te pido perdón, Mamá Carmela
Te pido perdón, Mamá Carmela
No hay comentarios.:
Publicar un comentario