si el corazón una noche ya no me da para más, si esta cabeza blanca me reclama el descanso eterno, si no ha valido la pena la humillación del ultrajo, si el recuerdo me reclama a golpe el perdon de los verdugos de mi juventud, si mis años valen la nada y el sufrimiento se remonta con lagrimas cada noche al observar el sufrimiento de el desvalido que lleva mi sangre, yo y mi soledad hablaran, las arrugas de mi inocencia perdida a fuerza de necedad masculina sufriran y el perdón me reclamara descanso, mi noche se vuelve eterna a paso lento de un segundero que sigo conservando, el único que me recuerda que aun sigo viva aquí en un mugroso cuarto de dos por dos, donde mi mayor preocupación a mis setenta y siete años es seguir viva día a día, salir a ganarme unos centavos vendiendo atolito o memelitas, para los pañales, el medicamento y la alimentación de mi hijo con daño cerebral, vigilo de cerca mi respiración cada noche, y es que mi única preocupación es no morir antes del amanecer sin darle su medicina...
Elena Nieves...
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